David Ferrer derrotó a Novak Djokovic, número uno del ránking ATP, en el partido del grupo A de la Copa Masters de Londres por 6-3 y 6-1 en menos de una hora y con un juego fulminante y rápido. El espíritu de 2007 ha prendido definitivamente en David Ferrer. Finalista entonces tras derrotar a Nadal, Djokovic y Roddick, el alicantino lleva camino de repetir el éxito de entonces. De momento, ya está en semifinales, tras convertirse en el quinto hombre capaz de vencer al jugador del año, al número uno del mundo, algo difuminado en el trance final del curso. Cuando a los demás les fallan las fuerzas, Ferrer corre más que nadie. Al igual que Andy Murray el pasado lunes, Djokovic se topó con la versión extremada del español, cuyo carácter coriáceo e indomable es de sobra conocido. Vimos nuevamente al Nole que pareció haber quedado atrás, al tenista impaciente y malencarado, al que se supuso redimido por los diez títulos del año y la consiguiente entronización en lo más alto de la azotea. Obligado a disputar todos los puntos, penalizado por la impericia con su servicio, pecado mortal ante un restado como el que tenía enfrente, el serbio pagó con el primer set el único break, en el séptimo juego, y vio pronto como su rival quebraba en el segundo del siguiente parcial. En menos de una hora, el campeón del Abierto de Australia, de Wimbledon y del US Open estaba en el rincón. Ferrer, quinto del mundo, estuvo siempre metido en la pelea, salvó la única bola de amenaza sobre su saque, recién iniciado el encuentro, y exhibió aptitudes de tenista de pista rápida.
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