La lección de toda esta historia, según confesó el director de El discurso del rey, es "hazle caso a tu madre". La otra lección, aunque no la expresó nadie sobre el escenario del teatro Kodak de los Ángeles, es que basta con querer hacer la gala más joven de la historia de los Oscar para que salga la más rancia y ñoña que se recuerda. Ni el magnetismo de James Franco, ni la luminosa simpatía de Anne Hathaway fueron suficientes para levantar un guión soso y aburrido. Tampoco ayudó que en todos los premios de la noche no hubiera una sola sorpresa, ni una emoción fuera de lo previsto.
En cuanto al resto de los premios gordos, Christian Bale se llevó el Oscar al mejor actor de reparto por The Fighter y Melisa Leo el de actriz secundaria por la misma cinta. González Iñárritu se volvió a ir de vacío, ya que Biutiful no pudo alzarse con el premio a la mejor película de habla no inglesa.