Con un presupuesto de 120 millones de euros y una previsión de apertura para el año 2015, el Gobierno de la Comunidad de Madrid da luz verde a la construcción de la nueva Radial Uno, carretera que irá paralela a la antigua Nacional Uno y que dará otra alternativa a los residentes de los municipios del norte de la Región.
La futura autopista pasará por los términos municipales de Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Fuente el Saz del Jarama, San Agustín de Guadalix y El Molar, desembocando en la zona sur, en la rotonda donde confluyen la R-2, carretera de Barajas, M-112 y la entrada norte de La Moraleja.
Hasta aquí, perfecto. Sin embargo, según hemos podido comprobar, no se han tenido en cuenta las consecuencias que puede acarrear en la mencionada zona.
Actualmente, en determinadas horas, es un conflicto de vehículos que llegan a la congestión. Todos los usuario de la R-2 que quieren ahorrarse el último peaje de esta vía que termina en la M-40, para evitar el pago salen por esta rotonda, creando una congestión de tráfico en el tramo de la carretera de Barajas, salida Alcobendas N-1, que para recorrer dos kilómetros se pierde media hora o más.
Otros, los más avispados, atraviesan las viales Conde de los Gaitanes para salir directamente a la N-1 en el kilómetro 12,800 (entrada principal de La Moraleja). Gracias a las barreras disuasorias y a un mayor control en las entradas, se ha reducido el paso de más 23.000 coches al día a 14.000 vehículos de tránsito.
La desembocadura de la R-1 puede incrementar al doble el tráfico en esta zona. Ello puede suponer un grave problema para todos los vecinos, además del deterioro para estas calles de tránsito. La realidad es que no puede prohibirse el paso, dado que las viales están cedidas al Ayuntamiento, por lo tanto, son públicas.
Ante lo que se avecina, ¿qué medidas tomar? Es la pregunta del millón. Pero la respuesta es clara. Buscar una fórmula que limite la entrada a la urbanización o ralentizar la entrada de tal forma que pierda más tiempo en las travesas de La Moraleja que esperando en las zonas de atasco coyuntural.
Para ello, se necesitarían dos vías de acceso en las entradas. Una para residentes y colegios y otra pública con vigilancia disuasoria. La primera,
con barrera de apertura automática para los identificados por un un lector de matrículas o sistema de mando a distancia. De esta manera, no ten-
drían que esperar cola. En cuanto a la pública, con vigilancia disuasoria que ralentice la entrada de los vehículos transeúntes.
De lo contrario, los vecinos van a tener que soportar muchas molestias y gastos de mantenimiento.