Policías a caballo, porras y chorros de agua a presión. Así han terminado, de mala manera, varias fiestas multitudinarias convocadas por Facebook para este puente de Pentecostés en Alemania, donde las autoridades han decidido poner fin a las aglomeraciones fuera de control, una moda de escalada fulminante que se les escapa de las manos. El alcalde de Düsseldorf, Dirk Elbers, de 51 años y miembro de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), ha tomado la iniciativa legal de prohibir las fiestas y barbacoas convocadas a través de Facebook bajo amenaza de multa de 10.000 euros.
En muchas regiones la policía ha decidido intervenir para poner coto a una práctica juvenil que, más que con la indignación, tiene que ver con las ganas de fiesta y notoriedad pública.
Más allá de los pepinos españoles
La alarma saltó a principios de este mes, cuando Thessa, una chica de Hamburgo que cumplía 16 años convocó a sus amigos a la fiesta a través de la red social y olvidó marcar el evento como privado. Se presentaron en su casa 1.600 desconocidos, según la policía, y la fiesta derivó en tumulto, con seis detenidos, destrozos en los jardines y ataques con piedras, botellas y petardos contra los agentes que acudieron a poner orden. La historia fue durante días trending topic, incluso por encima de los pepinos españoles, y muchos decidieron emular la convocatoria a modo de aprendices de brujo incapaces de controlar sus efectos. En Zwiesen, Baviera, dos chicas de 14 y 15 años llamaron en Facebook a una quedada este sábado que terminó con una borrachera colectiva de 600 jóvenes y con ellas dos en comisaría.
Más de 40 policías tuvieron que acudir a disolver la concentración de unos 650 jóvenes junto a un lago, cerca de Hamburgo, en la madrugada del domingo, cuando los vecinos pidieron ayuda ante un rosario de destrozos en propiedades privadas y la imposibilidad de conciliar el sueño. Atrás dejaron montañas de basura y botellas vacías que están siendo retiradas esta mañana por un equipo de limpieza contratado y pagado por los vecinos.