La tormenta solar de mayo de 2024 fue la más intensa en 35 años, según un estudio liderado por el sismólogo Jordi Díaz Cusi del GEO3BCN-CSIC. Este evento, que ocurrió entre el 10 y el 13 de mayo, generó una tormenta geomagnética de nivel G5, afectando datos sísmicos globales y provocando interferencias en sismómetros. La investigación destaca el uso de sismómetros de banda ancha como herramientas valiosas para monitorear el impacto de las tormentas solares, abriendo nuevas vías para comprender los efectos del clima espacial en la Tierra.
En mayo de 2024, el mundo fue testigo de la tormenta solar más intensa en 35 años, un fenómeno que dejó una profunda huella en los datos sísmicos recopilados a nivel global. Un estudio reciente, liderado por Jordi Díaz Cusi, sismólogo de Geociencias Barcelona, perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (GEO3BCN-CSIC), ha revelado que las señales magnéticas fueron registradas con claridad durante más de 55 horas.
La investigación, publicada en la revista Scientific Reports, destaca que esta tormenta es una de las geomagnéticas más prolongadas jamás documentadas por sismómetros. “Las mediciones de muchos sismómetros de banda ancha distribuidos por todo el mundo se vieron afectadas por las interferencias generadas por esta gran tormenta solar”, explicó el investigador.
Entre el 10 y el 13 de mayo, las ondas solares impactaron la Tierra, provocando una tormenta geomagnética clasificada como G5, el nivel máximo. Estos eventos no solo dieron lugar a la aparición de auroras boreales, sino que también pueden perturbar redes eléctricas, satélites y sistemas de navegación, además de afectar a animales migratorios.
El estudio realizado por Díaz examina cómo las corrientes eléctricas generadas por cambios en el campo magnético influyen en los sensores sísmicos. Las señales son detectadas en frecuencias inferiores a 10 mHz, siendo más evidentes entre 1.5 y 5 mHz, dentro del rango conocido como pulsaciones magnéticas Pc5.
A pesar de que los magnetómetros han sido tradicionalmente los instrumentos utilizados para monitorizar el campo magnético terrestre, el trabajo de Díaz pone de manifiesto el potencial de los sismómetros de banda ancha como complementos valiosos. Gracias a su amplia distribución global, estos dispositivos ofrecen una cobertura mucho más extensa, proporcionando trazas detalladas que permiten entender mejor las diferentes fases de estos fenómenos. Durante la tormenta de mayo, se obtuvieron más de 300 trazas sísmicas en Europa, frente a solo 30 magnetogramas.
Díaz señala que “las variaciones bruscas del campo magnético afectan el registro de vibraciones sísmicas de baja frecuencia; por ello, algunas estaciones sísmicas intentan aislarse del campo magnético. Sin embargo, esta interferencia puede convertirse en una oportunidad para estudiar con mayor detalle la evolución de las tormentas solares y sus efectos sobre nuestro planeta”.
Para llevar a cabo este análisis, el equipo utilizó datos sísmicos obtenidos a través de las plataformas EIDA-EPOS (Infraestructura Europea de Datos Integrados para EPOS) y la FDSN (Federación Internacional de Redes de Sismógrafos Digitales). Esto permitió identificar patrones en las señales magnéticas detectadas tanto por los sismómetros europeos como por las principales redes sísmicas a nivel mundial. Este enfoque abre nuevas vías para explorar los impactos del clima espacial, mostrando cómo las señales sísmicas pueden ofrecer información complementaria sobre estos fenómenos.
Díaz concluye: “Los sismómetros detectan con precisión la variación temporal del campo magnético. Sin embargo, pueden verse afectados por efectos locales que alteren su amplitud o polaridad. Aunque no sustituyen completamente los registros obtenidos por magnetómetros, las señales sísmicas pueden contribuir significativamente al estudio temporal de las tormentas solares”, dado que hay un número considerablemente mayor de sismómetros operativos en comparación con magnetómetros.
Estos hallazgos podrían revolucionar el monitoreo de tormentas solares y consolidar el papel fundamental que desempeñan los sismómetros en la observación del espacio y sus repercusiones sobre nuestro planeta.