Si te indigna y entristece todo lo que nos está pasando, si has llegado al punto en que ya no te crees nada de la representación que escenifican los actores de turno, si no sabes que hacer en las siguientes elecciones, dedica a este espacio unos minutos porque tal vez sea esta tu campaña. La que le dice a los que dirigen esta pantomima de democracia: “¡No cuenten conmigo para esta farsa!”.
Nos hacen creer que nuestra opinión cuenta en esto a lo que llaman democracia. Pero a estas alturas sobran razones para afirmar que el sistema que nos gobierna no está funcionando nada bien, ni es justo, ni es equitativo, ni escucha, ni responde, ni respeta, ni beneficia, ni representa a la mayoría de los ciudadanos.
Vamos a explicar cuáles son las diferencias entre votar a un partido mayoritario, votar a un partido minoritario, votar en blanco, votar nulo, y no votar:
Voto a un partido mayoritario:
Mucha de la gente que vota a un partido mayoritario, lo hace para evitar que salga el otro partido mayoritario, esto se puede llamar el voto del miedo. De esa forma lo que realmente ocurre, es que se beneficia el bipartidismo (PP y PSOE). Se alternan. Al votar, lo que hacemos es legitimar el fraude.
Tanto si gana tu opción, como si no gana, al votar, sea a quien sea, lo que realmente haces es legitimar al partido gobernante. Con tu voto aceptas las reglas del juego, y por lo tanto, aceptas que gobierne la más votada de las opciones disponibles. Por ello, en cierta manera, al votar, te haces cómplice de sus actos. Todo el conjunto de los votantes, son los que legitiman al partido gobernante.
Voto a un partido minoritario:
Es una opción elegida por algunos para votar, sin votar a los partidos que normalmente gobiernan, aún cuando no se identifican del todo o no conocen el programa de ese minoritario partido, y saben que no alcanzará unos objetivos mínimos capaces de lograr cambiar algo.
Tampoco es una opción de voto muy aconsejable, ya que en la mayoría de los casos no logran pasar el corte y se convierten en votos tirados a la basura. Víctimas de un sistema electoral donde los topes necesarios para poder optar a escaño se elevan en algunas comunidades hasta el 6%. Y en último extremo, ¿qué posibilidades tendría de cambiar algo uno de estos partidos alternativos en el caso de lograr… uno, dos, tres escaños? ¿Los dejaría el sistema hacer, o los asimilaría? Y si adquirieran el suficiente poder para influir en algo, acabarían haciendo pactos, al igual que lo hace CIU, con el gobierno para sacar adelante leyes para los suyos, o leyes que van en beneficio de una minoría privilegiada, aunque vayan en contra del sentir de la mayoría, como por ejemplo el canon digital o la ley sinde.
En definitiva,todos esos votos que van a parar a partidos pequeños, lo único que logran es Legitimar al partido ganador, y subir la participación electoral de forma que permiten a los gobernantes decir que la democracia goza de muy buena salud porque han votado en torno al 60 o al 70 por ciento los electores. En Canarias, en anteriores elecciones autonómicas, de los 921.284 votos a partidos casi 200.000 no obtuvieron representación pero hicieron que la participación alcanzara el 63% y todo pareciera normal. De no haber votado esos casi 200.000 la participación habría caído por debajo del 50% y el descontento se habría visto algo más claro.
Tal y como esta actualmente organizada esta democracia, que motivo hay para pensar que si un partido minoritario se lleva un escaño o llega al poder, va a mirar por los trabajadores, o por la mayoría de los españoles, en vez de mirar por los que mas tienen, y no lo va a aprovechar, para repartir el botín del que pueda disponer, con sus amigos y familiares.
Además, si como dice alguna gente, a los partidos minoritarios hay que darles el beneficio de la duda. Por la misma lógica, también habría que dársela a los nuevos dirigentes del PP y del PSOE que aun no han gobernado, y así continuamos con más de lo mismo.
Voto en blanco:
Este es el voto de los que no encuentran partido que los represente, pero no cuestionan ni critican el sistema. Hasta ahí es lo que casi todo el mundo sabe. Pero hay más sobre el voto en blanco. Veremos la influencia que tienen los votos en blanco en el reparto de escaños, que es mucha. Para saberlo, nada mejor que imaginarnos un hipotético plebiscito, en una comunidad inventada a la que llamaremos Bananaria.
En Bananaria se sigue la misma Ley Electoral que se aplica en nuestro país, pero para hacerlo más fácil de entender, sólo hay 20.000 personas con derecho a voto, y de esas, han votado 10.000. Tenemos pues un 50% de abstención. Los 10.000 votos han quedado repartidos de la siguiente manera:
Partido A:………………… 4.000 votos.
Partido B:………………… 3.500 votos.
Partido C:………………….1.000 votos.
Partido D:…………………… 550 votos.
Votos en blanco:…………. 950 votos.
Para que un partido cualquiera pueda acceder al reparto de escaños (al igual que en España) es necesario que acceda a un porcentaje mínimo de votos con respecto al total de votos emitidos. En algunos lugares, para algunos comicios esa barrera es del 3%, en otros es del 5%, y en otros es del 6%. En Bananaria se sitúa en el 6%. Veamos entonces, los porcentajes de cada uno para ver quienes superan la barrera del 6%:
40% para el Partido A.
35% para el Partido B.
10% para el Partido C.
9,5% para los votos en blanco.
5,5% para el Partido D.
¿Qué ha ocurrido? Ha ocurrido que el Partido D no ha alcanzado ese 6%, y se quedan fuera del reparto de escaños, lástima, otro año será. ¿Y qué pasa con el voto en blanco? Pues pasa, que su 9,5%, sí que se cuenta, porque es un voto válido y así está contemplado en la Ley Electoral de Bananaria. Pero no computa, y por eso no entra en el reparto de los escaños aún habiendo pasando del 6%. Los escaños que se reparten, debido al censo de población, son un total de 40, a repartir entre tres partidos de la siguiente manera:
Partido A: 4.000 votos……………….19 escaños.
Partido B: 3.500 votos……………….17 escaños.
Partido C: 1000 votos…………………4 escaños.
¿A cuantos votos les sale el escaño a cada partido? Lo sabremos dividiendo los 8.500 votos computables entre los 40 escaños. Lo que nos da un resultado de 212 votos (voto arriba voto abajo)
Por lo tanto, hay un partido que ha sacado 550 votos y no ha obtenido ningún escaño, cuando el escaño sale a poco más de 200 votos. Parece injusto ¿verdad?Ahora veamos qué pasaría en Bananaria si los que votan en blanco deciden no votar y abstenerse.Pues ocurre que restado ya el 9,5% de todos los que votaron en blanco, los porcentajes de votos varían. Varían pero, ¿en qué sentido? Con unas simples reglas de tres obtenemos el siguiente resultado:
Partido A con 4.000 votos un 44%
Partido B con 3.500 votos el 39%
Partido C con 1.000 votos el 11%
Partido D con 550 votos, superando por poco el 6%.
¡Voilà! El partido D ha superado el 6% y ahora entra en el reparto. Y además le corresponden 2 escaños. 2 escaños que antes no tenía y que según el sistema de reparto de Bananaria, el mismo que en España, se los ha restado al partido A y al partido B, quedando con 18 y 16 escaños, respectivamente. Lo que quiere decir, que el voto en blanco que se dio en el primer caso, fastidiaba claramente a un partido pequeño y beneficiaba a los partidos más votados. ¿Curioso verdad? Piensen ahora los que votaron en blanco en tantos y tantos comicios, cuantos escaños le habrán quitado a partidos minoritarios para dárselos a partidos grandes.
Voto nulo:
Esta es una opción para los que no se identifican con ningún partido, pero si creen en este sistema.
El voto nulo se considera un voto inválidamente emitido, es decir, un voto que no se ajusta a ninguna de las opciones posibles y disponibles. El voto nulo, a diferencia del voto en blanco, se queda en la primera fase y sólo se cuenta como voto emitido, pero no entra a fastidiar a nadie con el reparto de porcentajes.
Con el voto nulo, lo que realmente ocurre es que al acudir a votar, tu voto cuenta como participación, y no como abstención. Pero al igual que con el voto a un partido minoritario, o el voto en blanco, al subir la participación también permite a los gobernantes decir que la democracia goza de muy buena salud porque han votado en torno al 60 o al 70 por ciento los electores. Por lo tanto, al entrar dentro del juego, y aceptar sus normas, también estás legitimando de alguna forma al partido que llegue al poder.
Una forma para votar en nulo es metiendo una papeleta nula como por ejemplo la de aquí abajo, aunque valdría cualquier otra, como si metes en el sobre una loncha de chorizo, lo cual sería muy representativo.
Abstención:
Esta opción podrá ser efectiva, cuando la gente se conciencie de que les están engañando y por ello dejen de ir a votar de un 60% del electorado en adelante, y aún así, estaría por ver si la clase gobernante se daría por aludida o seguiría diciendo que hizo un buen día de campo y la gente prefirió no pasar por las urnas. La abstención activa y con conciencia, por desgracia no hay forma de probarla, y suele camuflarse con el simple pasotismo.
Sobre la abstención circula la leyenda que dice, que si no votas, tu voto va para la mayoría. Pero como ya ha quedado anteriormente demostrado en la parte del voto en blanco, esta leyenda solo es cierta en el caso del voto en blanco.
Una alta abstención hace que sean necesarios menos votos para conseguir un escaño, pero afecta por igual a todos los partidos, sean grandes o pequeños.
También hay gente que argumenta que sino votas, no tendrías derecho a quejarte después. Cuando precisamente es todo lo contrario, quien no debería de quejarse, es quien acepta las reglas del juego, y por lo tanto está aceptando que el ganador sea el que consiga más votos, aunque no sea su opción elegida. Por lo tanto la frase mas acertada sería:
“Si votas, no tendrás derecho a quejarte después”