La oferta era clara: 665 euros para ellos y 850 para ellas por todas las clases que necesiten para sacar el carné de conducir. Una mujer deseosa de obtener el permiso que andaba comparando precios en las autoescuelas de Zaragoza se dio de bruces con esta promoción para jóvenes de 18 a 22 años y tomó cartas en el asunto: indignada, acudió a comunicarlo las oficinas de la Unión de Consumidores de Aragón a comienzos de noviembre.
El escándalo estaba en marcha. La asociación comprobó la denuncia y observó que 18 autoescuelas zaragozanas pertenecientes a las empresas Cromax, Las Fuentes y Zaragoza, franquiciadas con el Real Automóvil Club de Barcelona (RACC), han ofrecido esa promoción desde el pasado mes de junio hasta ayer. ¿Es eso sexismo? ¿Es discriminación? Es todo eso, y además "es ilegal", asegura la secretaria de Estado de Igualdad en funciones, Laura Seara. También lo tiene claro la Unión de Consumidores de Aragón, que lo ha denunciado ante la Dirección General de Consumo del Gobierno regional, cuyo Instituto de la Mujer lo ha comunicado al estatal. Sin embargo, el presidente de la Asociación de Autoescuelas de Zaragoza y propietario de algunas de las de la oferta, Carlos Bricio, se defiende: explica por teléfono que decidieron hacer esa distinción porque, según sus datos, las mujeres necesitan más clases prácticas que los chicos. Un 50% más, para conseguir aprobar. Y aduce a su favor que, pese a ello, la oferta solo era un 30% más cara para las candidatas. Bricio dice que se actuó por una cuestión "de estadística, no de discriminación".
Sin embargo, no hay datos fidedignos que avalen la mayor dificultad femenina para obtener el carné. La Dirección General de Tráfico, la única conocedora de cuántos intentos hacen los candidatos hasta lograr el permiso, carece de esas cifras, asegura un portavoz. "Ni lo entiendo, ni lo comparto". Así de tajante se muestra el presidente de la Confederación Nacional de Escuelas de Conductores, José Miguel Báez, sobre las distintas tarifas todo incluido de 18 autoescuelas zaragozanas. "En el sector no es una práctica habitual diferenciar por sexo. No se puede discriminar", añade. "Han metido la pata. Plantean algo del siglo pasado", dice antes de aventurar un eventual atenuante: "la crisis" que atraviesa el sector por la mala situación económica, que ha hecho descender las matrículas drásticamente, podría haber empujado a los protagonistas a hacer esa oferta discriminadora en busca de clientes. "Queríamos ayudar a los jóvenes, que tienen mucho paro con la crisis. Por eso les ofrecimos una tarifa barata y cerrada", asegura Bricio.
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